Del libro: Dolor y sufrimiento
Es una de las muertes más difíciles y que afecta el equilibrio familiar. Los hijos supervivientes se vuelven el centro de maniobras inconscientes diseñadas para aliviar los sentimientos de culpa de los padres y se usan como una manera de controlar mejor el destino. Una de las posiciones más difíciles para un hijo sobreviviente es el de substituto del hijo perdido.
Algunas familias afrontan los sentimientos respecto a la muerte de un hijo suprimiendo los hechos que rodean a la muerte de manera que el siguiente hijo puede que no sepa nada de sus predecesores.
Puede ser que los hijos no reciban la atención que necesitan por un estado traumático de los padres, pero hay familias en que resuelven proyectar todo el amor al hijo perdido, entregándoselo a los otros.
Los niños pasan momentos difíciles intentando aclarar qué deben decir a los amigos y cómo enfrentar el malestar de otra gente respecto a la muerte, como resultado de este malestar tienen miedo de jugar o de estar contentos porque no quieren que los demás piensan que no les importa su hermano.
Los niños requieren respuestas a sus preguntas y requieren una comunicación abierta y honesta.
Es particularmente importante que los padres disipen el pensamiento mágico y erróneo respecto a la muerte para poder establecer un vínculo emocional entre ellos y los hijos que quedan. Este es un momento crucial que puede afectar el desarrollo de personalidad y la capacidad para establecer y mantener relaciones futuras.
Estas muertes son con frecuencia súbitas y prematuras, se supone que los padres sobreviven a sus hijos, muchos de estos hijos mueren en accidente lo que aumenta el cuestionamiento del sentido de competencia de los padres, puesto que parte del rol parental es mantener al hijo seguro, esto puede llevar también a fuertes sentimientos de culpa.
A los padres les sorprende sus propias necesidades y respuestas cuando muere un hijo, la gravedad de la pérdida licita una búsqueda de cercanía e intimidad, pero a algunos padres les sorprende sentir culpa cuando se descubren a sí mismos intentando cubrir estas necesidades sexuales. Es importante que reconozcan y entiendan estas necesidades y sentimientos como parte del proceso vital normal.
Elaborar la pérdida de un hijo se puede complicar todavía más cuando los padres están divorciados. Se reúnen en este momento de crisis y esto puede evocar fuertes emociones y comportamientos extremos desde conductas empáticas y de cuidado, hasta una lucha extrema de poder y control.
Se han de trabajar las diferentes tareas del duelo, también están presentes los sentimientos fuertes, incluido el enfado y la culpa hacia uno mismo y hacia los otros.
Las mismas ambivalencias y representaciones múltiples que formaban parte de las relaciones que tenían en vida con el hijo, formaban parte de la búsqueda de equilibrio cuando el hijo muere.
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