Del libro: Dolor y sufrimiento
El duelo no complicado
El duelo no complicado El duelo normal o duelo no complicado abarca un amplio rango de sentimientos y conductas que son normales después de una pérdida. Las características generales del duelo normal o agudo son: algún tipo de malestar somático o corporal, preocupación por la imagen del fallecido, culpa relacionada con el fallecido con las circunstancias de la muerte, reacciones hostiles, incapacidad para funcionar como lo hacía antes de la pérdida parecen desarrollar rasgos del fallecido en su propia conducta. Debido a que la lista de comportamientos normales en un duelo es tan extensa y variada, estas conductas se pueden dividir en cuatro categorías generales: sentimientos, sensaciones físicas, cogniciones y conductas.
Las manifestaciones del duelo normal respecto a sentimientos son: tristeza, enfado, culpa o auto-reproche, ansiedad.
La tristeza se manifiesta a través de la conducta del llorar y es el sentimiento más común. El enfado puede ser lo más desconcertante para un superviviente ya que éste está a la base de muchos problemas del proceso de duelo y proviene de dos fuentes, una sensación de frustración ante el hecho que no había nada que se pudiera hacer para evitar la muerte y de una especie de experiencia regresiva que se produce después de la pérdida de un ser cercano.
La culpa o auto-reproche por no haber sido suficientemente amable o no haber llevado antes a la persona hospital. La culpa se manifiesta respecto a algo que ocurrió o a algo que se descuidó.
La ansiedad puede oscilar desde una ligera sensación de inseguridad a fuertes ataques de pánico. Provienen normalmente de dos fuentes, los supervivientes temen que no podrán cuidar de sí mismo solos y la ansiedad se relaciona con una conciencia más intensa de la de la sensación de peligro y de muerte personal.
Soledad, es otro sentimiento del que ha perdido al cónyuge y suele tener esa sensación día a día.
Fatiga, a veces se puede experimentar como apatía o indiferencia. La impotencia se presenta a menudo en las primeras fases de la pérdida, shock es lo que se presenta frente a muertes repentinas, anhelan la vuelta a lo anterior, insensibilidad, ausencia de sentimientos y finalmente alivio, pero esta sensación de alivio la acompaña una sensación de culpa.
Las sensaciones físicas son: vacío en el estómago, presión del pecho, presión en la garganta, hipersensibilidad al ruido, sensación de despersonalización, falta de aire, debilidad muscular, falta de energía, sequedad en la boca.
Las cogniciones son ciertos pensamientos que surgen en las primeras fases del duelo y generalmente desaparecen después de un breve espacio, estos son:
La incredulidad.
La confusión. Preocupación. Sentido de presencia, que es el equivalente cognitivo de la presencia de anhelo. La persona en duelo puede pensar que el fallecido aún está de alguna manera en la dimensión de espacio y tiempo de los vivos.
Finalmente alucinaciones, tanto visuales como auditivas, suelen ser experiencias ilusorias, pasajeras, generalmente no presagian una experiencia de duelo más difícil o complicada.
Las conductas:
Trastornos del dueño. Trastornos alimentarios. Conducta distraída. Aislamiento social. Soñar con el fallecido. Evitar recordatorios de él Buscar y llamar a la persona en voz alta. Suspirar. Hiperactividad desasosegada. Llorar. Visitar lugares o llevar consigo objetos que recuerden al fallecido, que es lo opuesto a evitar los recuerdos de la persona, atesorar objetos que pertenecían a él.
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